21 de juliol 2010

PARDINES 2010: I CAMPAMENT MEDIEVAL ARCOFLIS

Por: Jaume Montull Rué


"Corre el año de Nuestro Señor de 1210, la segunda quincena del mes de junio hace presagiar un fin de mes idéntico al de la primera, calor, calor y más calor.

En esa época tropas fieles al señor de Urrea con el mismo don Ruy Ximén al frente, se hallan en tierras del Condado de Gerona peleando contra algunos nobles catalanes descontentos con el poder real.
Noticias inquietantes le llegan a don Ruy Ximén de Urrea de que la conspiración puede haber anidado en su castillo de Peracense por lo que decide junto a sus ya diezmadas tropas emprender la marcha hacía tierras aragonesas para poner a salvo sus propiedades, sus gentes y evitar con ello la posible traición.
Pero el camino no es fácil, los Pirineos y el intenso calor hacen que el viaje sea lento y pesado. Las tropas cansadas de tanto guerrear están agotadas y la poca moral reinante empieza a hacer mella en ellas. A dos semanas de la partida don Ruy Ximén, consciente de todo ello, decide detenerse tres días y dar descanso a sus tropas y carruajes.

Cerca de la villa de Pardines encuentra una explanada justo a la entrada de un bosque, un verde paisaje de fresco ambiente ideal para pernoctar unos días, cazar, beber, descansar y elevar la moral de una tropa a la que aún le queda un largo regreso a casa.

Montados ya los pabellones, apostados los centinelas y encendidos ya los fuegos del campamento, el de Urrea se da al descanso. Al día siguiente atraído por el frondoso bosque que empieza a deshacer las brumas matutinas, decide junto a su guardia personal y algunos soldados salir de paseo e intentar cazar algo con que alimentarse.
Con ese fin penetra en el bosque y llega a un pequeño valle en su interior rodeado de árboles. De pronto desaparece todo sonido, el múrmullo de los árboles, los cantos de los pájaros y se hace el silencio, silencio que se rompe de pronto con el zumbido de una flecha traicionera y el grito de dolor de un soldado que cae al suelo. Pronto los soldados se ponen en guardia defendiendo a don Ruy Ximén de Urrea cuando más flechas impactan sobre sus escudos desde diferentes direcciones. Gritos de “muerte a los Urrea” se oyen de entre la espesura del bosque.


La emboscada esta servida… todos se preguntan… será él, Ximeno Cornel?"

Este es el guión y la base sobre la que durante cuatro días, de jueves a domingo, del mes de junio recreamos parte del regreso del señor de Urrea a su amenazado castillo en tierra aragonesa, lo que podría ser la antesala de Peracense en agosto o un capítulo anterior.
Organizado por ARCOFLIS, contamos con los grupos receacionistas aragoneses de Fidelis Regi y A.C.H.A. que se dieron una auténtica paliza de coche para poder llegar a este rincón privilegiado del Pirineo Catalán. Pero visto el rostro de todos el último día creo que les valió la pena.

El tiempo nos acompañó durante casi todo el evento, calor durante la mañana, temperatura suave por la tarde algo fresca de noche, al que también se dio cita una compañera que desde al año pasado nos sigue a cada evento, la lluvia. Lluvia que solo apareció unas horas el sábado después de comer y el domingo por la tarde cuando casi acabalamos de recoger enseres y nos preparábamos para comer para volver a nuestras casas. 

Algunos llegamos el jueves por la mañana y el resto fue llegando escalonadamente durante el día siguiente. Lo primero al llegar, como siempre, montar los pabellones medievales dónde dormir durante estos cuatro días, así como montar las camas, mesas, banquetas, toldos, etc. y empezar a organizar las comidas.

Recreamos la Edad Media y como tal todas las comidas son de receta medieval cocinadas por turnos entre los tres grupos asistentes. Felicitaciones a todos los cocineros ya que se esmeraron extraordinariamente para que todo estuviera delicioso.

Entre las actividades que realizamos una de las primeras fue a cargo de los arqueros que hicieron un recorrido de bosque. Consiste en seguir una senda por el bosque con sus arcos y flechas dónde a unas distancias determinadas van encontrando unas dianas de 3D con figuras de animales que el arquero debe de acertar para demostrar que es digno de llamarse como tal. Recorrido que fue muy disfrutado por todo arquero que participó.

Mientras en el campamento un grupo de arqueros de dedicaba a competir entre ellos en un terreno menos abrupto. Lanzaban sus flechas sobre dianas fijas en llano y entre animadas charlas y desafíos de habilidad con el arco aguantaban el intenso calor que en esas horas se había instalado en toda la explanada dónde estaba ubicado el campamento.

Otros, más guerreros, practicaban con sus espadas y escudos en la misma explanada bien protegidos para evitar malos golpes o hacerse alguna herida.


Y no queda aquí la cosa pues mientras eso sucedía en el campamento se organizaban partidas de ajedrez, los cocineros preparaban suculentos manjares, se reparaban cotas de malla, se cosían y bordaban telas y limosneras y los maestros de A.C.H.A. hacían bolsas y calzado de piel.

Y así entre buena compañía y animadas charlas íbamos preparando lo que sería el plato fuerte del evento, la emboscada al señor de Urrea y sus séquito planteada para el sábado por la tarde y que fue desplazada al domingo por la mañana por nuestra amiga la lluvia que se quiso dar cita en tan magno evento como he comentado anteriormente.

No vino tan mal un rato de lluvia en tan verde paraje, refrescó el ambiente y nos preparó para el siguiente día que amaneció sin nubes y con un sol radiante.

Los arqueros de Ximen Cornel, enemigo acerrimo del de Urrea, merodeaban en una parte del bosque cerca de la explanada dónde estaba el campamento y se preparaban para un posterior ataque al mismo. Unos niños que jugaban cerca alertados por la presencia de los mismos dieron la alarma al capitán de las mermadas tropas de don Ruy Ximén de Urrea quien pronto se dedicó a la defensa de sus pabellones mandando a sus hombres de armas a repeler al enemigo que ya había adoptado una buena posición de ataque.

Lluvia, pero esta vez, de flechas caían sin cesar sobre los escudos que protegían a don Ruy que costosamente iba avanzando por el prado formando una especie de caparazón con los escudos de sus hombres.

No tardaron mucho en verse sorprendidos por la enorme movilidad de los arqueros que, al desplazarse más ligeros, pronto rodearon y eliminaron a las tropas de don Ruy cayendo también éste víctima de las andanadas de flechas que le llegaban de todos lados.
  

Más no pereció, por fortuna para él ninguna de las flechas hizo mella en sus partes vitales y solo tuvo heridas. Fue apresado escapándose luego con uno de sus sirvientes que permaneció escondido en el bosque durante la emboscada. Llegará don Ruy a tiempo a su castillo de Peracense? eso ya será otra historia.


Unos refrescos más tarde y ya recuperado el aliento después de comentar las anecdotas de la batalla, pionera eso sí en el mundo de la recreación por como se desarrollo, cargamos nuestros enseres en los vehículos, comimos y nos despedimos hasta la próxima ocasión que nos vuelva a juntar.

19 de juliol 2010

JOAN I EL CAÇADOR AL CASTELL DE MARMELLAR

Curtmetratge medieval que ens transporta al Penedès de finals del segle XIV: concretament a finals de febrer de 1395, quan el rei Joan I El Caçador passa uns dies a Vilafranca del Penedès, camí de Tarragona. Sortint de Vilafranca i abans d'anar a l'Arboç, el rei va a caçar senglars al castell de Marmellar


Entre els extres hi ha algun conegut recreacionistas de ARCOFLIS que camina per aquest blog ...


I aquí trobareu el tràiler



18 de juliol 2010

HALLADA LA MOMIA DEL MONARCA PEDRO EL GRANDE

Los restos de Pedro el Grande (1240-1285), monarca de la Corona de Aragón cuyos despojos son los únicos de la dinastía que nunca han sido profanados, han sido localizados intactos en una tumba en el monasterio de Santa Maria de Santes Creus (Tarragona). El excepcional hallazgo lo ha realizado un equipo de arqueólogos de la Generalitat y coincide con la celebración del 850 aniversario del complejo cisterciense.

Los restos de Pedro el Grande, hijo de Jaime I y figura clave en la historia de la Corona, se encuentran en un sarcófago de piedra y los investigadores confirman que el enterramiento se conserva en su estado original. Los despojos humanos, aparentemente embalsamados, están cubiertos por un tejido y una especie de casco cubre el cráneo del monarca. Pedro el Grande, III de Aragón, I de Valencia y II de Barcelona, fue también rey de Sicilia durante un mandato clave en la historia de la Corona (1276-1285). Sus restos permitirán esclarecer las causas de la muerte del rey así como la autenticidad de los restos de Jaume I el Conquistador (1208-1276), su padre enterrado en el monasterio de Poblet con dos cráneos de características similares en el mismo sarcófago.La Generalitat analizará el ADN de Pedro el Grande para determinar sus características físicas y genéticas, así como su dieta alimentaria. También reconstruirá el rostro del monarca. Los técnicos han accedido al sarcófago de Pedro el Grande mediante la introducción en el mismo de una cámara, un sistema no intrusivo que ha arrojado las primeras imágenes del cráneo del rey.

Pedro el Grande fue el primer monarca de la Corona en recibir sepultura en el monasterio de Santes Creus y mediante el rito europeo, lo que implicó embalsamar el cuerpo y ha permitido la conservación prácticamente
virgen de la momia del monarca. Los trabajos también han confirmado que el cuerpo fue enterrado con abundantes sustancias aromáticas florales, cómo solía hacerse en la época. Pedro el Grande permitió consolidar la expansión la expansión de la Corona de Aragón por el Mediterráneo iniciada por su padre, Jaime I. También pacificó el territorio de la Corona, amenazados por las últimas revueltas árabes y la expansión de la monarquía francesa, que llegó a tomar Girona en 1285. La expulsión de las tropas del francés Felipe III fue la última gran victoria de Pedro el Grande, lograda meses antes de fallecer. Su muerte se celebró con el primer funeral de la realeza realizado en el Monasterio de Santes Creus, abadía cisterciense del siglo XII que supone una de las joyas de las construcciones medievales en Cataluña. Además de la tumba y el mausoleo de Pedro el Grande contiene los restos de su hijo, Jaume II, y la esposa de éste, Blanca d'Anjou. Ambos restos, a diferencia de los descubiertos ahora, han sido profanados en diversas ocasiones.

Pedro el Grande medía 1,73 metros y tener buena salud, según los primeros análisis tras la apertura del sarcófago

Meses después de descubrir que en el interior del sarcófago real del monasterio de Santes Creus había los restos intactos del rey Pedro el Grande, hijo de Jaime I el Conquistador y el monarca responsable de la
expansión de la corona catalano-aragonesa por el Mediterráneo, los responsables de las investigaciones, junto con el consejero de Cultura, han explicado que han encontrado una vez abierto el sarcófago. Según han explicado, los restos de Pedro el Grande se han encontrado parcialmente momificados, es decir, que fue embalsamado, como era habitual con las figuras reales de la Europa de la época. La apertura del sarcófago indica también que Pedro el Grande era alto para la época, ya que medía 1,73 metros, y tuvo buena salud.

La Consejería de Cultura y el Museo de Historia de Catalunya han presentado los resultados preliminares de la extracción del cuerpo de Pedro III el Grande, que ha aparecido semiembalsamado. La apertura de la tumba forma parte del conjunto de actividades para conmemorar los 850 años del inicio de la construcción del monasterio de Santes Creus. El proceso de extracción y el traslado al centro de restauración de Valldoreix ha sido laborioso.

De momento, se ha descubierto que el rey medía 1,73 metros, Una altura elevada para la época en que vivió, entre el 1240 y el 1285.

No se han encontrado tesoros, pero entre los restos momificados se ha encontrado un fardo que contenía un manojo de pelo cortado, supuestamente del rey mismo, y que formaría parte de un rito funerario. Los investigadores aseguran que, del estado del cuerpo, se desprende que Pedro el Grande tuvo buena salud, No sufrió penurias y "hizo una vida de rey". Los expertos han descubierto también que en el segundo entierro le cortaron los pies porque no le cabían en el nuevo sarcófago.

Ahora esperan que elanálisis del ADN y la buena conservación del cráneo permitirán reconstruir la dieta, las
enfermedades e incluso la cara, ya que disponen de suficiente tejido facial para reconstruir los rasgos. Este análisis del ADN debe ayudar también a averiguar a quién pertenecen los dos cráneos hallados en la tumba de su padre, el rey Jaime I, el monasterio de Poblet.

El conseller de Cultura, Joan Manuel Tresserras, ha destacado que los estudios darán visibilidad en la figura del rey Pedro el Grande, de gran vocación europea y mediterránea, y al peso de Cataluña en la época. Estos descubrimientos permitirán, además, saber cómo se vivía en aquella época.

Los trabajos de investigación continuarán todavía a lo largo del 2010

Pedro III el Grande, guerrero y trovador

Hijo de Jaime I y Violant de Hungría, nació en Valencia en 1240, estaba destinado a ser el heredero de su padre en Cataluña desde los 3 años, diez años después comienza a utilizar el título de heredero de Cataluña y a los 18 años es nombrado procurador general.

Como gobernador del Principado, su gestión se caracteriza por la determinación contra las sediciones de los nobles rebeldes en Cataluña y Aragón, y en este contexto tuvo lugar el asedio y la toma del castillo de Hostoles (1258).

En 1262, debido a la muerte del infante Alfonso, pasa a ser también heredero de los reinos de Aragón y Valencia, pero no de las Baleares y los condados de Rosellón y Cerdaña, que fueron heredados por su hermano Jaime. Este hecho que desagradó el infante Pedro, y fue elorigen del futuro enfrentamiento entre los hermanos. Ese mismo año, contrae matrimonio con Constanza de Sicilia, con quien tuvo seis hijos.

Pere II el Gran, fill de Jaume I, va ser un monarca guerrer, però també un bon trobador.La vida de Pedro III el Grande estará siempre marcada por los conflictos bélicos, y el año 1275 debe reducir una revuelta de nobles catalanes y aragoneses encabezada por su hermano de sangre Fernán Sánchez Castro, que acabará sofocante. Fernando es tomado mientras huía y ahogado en un río. Un año más tarde es coronado como monarca en Zaragoza.

Como rey, pacificarà su país derrotando las revueltas moriscas de Al-Azraq en tierras valencianas tras conquistar en 1277 la ciudad de Montesa. Esta tregua en el Reino de Valencia, le permite enfrentarse a una liga de barones rebeldes del Urgell, el Pallars y Foix, lucha que acaba con victoria del monarca catalán en el sitio de Balaguer, en el que es decisiva la actuación de los Balaguer, que se rinden al monarca.

En términos de política exterior, tejió una sofisticada red de relaciones. Casó a su hija Isabel con el rey Dionisio I de Portugal, además, prometió su primogénito Alfonso con la princesa Leonor, hija de Eduardo I de Angaterra. A través de estos matrimonios pretendía neutralizar sus vecinos del Atlántico. De cara a los vecinos mediterráneos, estableció buenas relaciones con Pisa y Génova, y a pesar de estar enfrentado con los franceses por el control de Sicilia, tenía el favor del papa Nicolás III en este asunto y de los nobles y prohombres sicilianos.

Por el sur, estableció buenas relaciones con el reino nazarí de Granada y los mariniedes de Fez, lo que favoreció mucho al comercio catalán. Además, dominaba algunas islas de la costa de Túnez y favoreció relaciones de paz con los estados musulmanes.

Pero estas alianzas no le permitieron tener un reinado en paz. Los grandes enemigos de Pedro el Grande fuiste siempre los Anjou, que le disputaban el control de la isla de Sicilia y que la invadieron en 1266 con el beneplácito del papa Clemente IV, favorable a la familia francesa. Años después, la elección de un nuevo Papa enemigo de los Anjou y el levantamiento popular de los sicilianos en 1282, llamado las Vísperas sicilianas, Pedro el Grande se decide a emprender la conquista de Sicilia, y parte en barco hasta la costa tunecina, desde donde esperaba invadir la isla. Después de unos meses la expedición catalana desembarca en el puerto de Trapani, con el beneplácito de los sicilianos. Pero la ambición de Pedro el Grande no se detiene aquí, y prosigue su viaje y ocupa Malta, Gozo y Djerba, lo que convertía Cataluña en señora del Mediterráneo occidental.

Entre conflicto y conflicto, en el año 1283 en las Cortes de Tarazona los protestatarios aragoneses, agrupados en la Unión aragonesa, presentan al rey numerosas peticiones recopiladas en el Privilegio de la Unión. Estas peticiones, una vez aceptadas, se convierten en la base del constitucionalismo catalán, y son la base del derecho municipal y del derecho público en Cataluña y un precedente en Europa, ya que establecen un funcionamiento regular de las Cortes y les da también el poder de legisladores.

Un año más tarde, el Papa Martín IV excomulga Pedro el Grande y organiza una cruzada contra Cataluña junto con los franceses. Estos, ayudados por el hermano de Pedro, el rey Jaime II de Mallorca, que les ayuda a penetrar en Cataluña, se detienen en Girona, que resiste el asedio. El sacrificio de la ciudad hace posible la llegada de Roger de Llúria y sus naves desde Sicilia, que derrotan la flota francesa. Tras la derrota de los barcos franceses, estos se han de batir en una desastrosa retirada.

Una vez expulsados los franceses, Pedro III se dispone a hacerse de nuevo al mar a castigar a su hermano, pero cae enfermo de camino al puerto y muere a los 45 años en Vilafranca del Penedés la noche del 10 al 11 de noviembre de 1285 .

La vida de Pedro el Grande no estuvo sólo marcada por las batallas, el monarca fue un gran aficionado a las letras y un buen trovador. Destacan sus coloquios en verso, sostenidos con Pedro Salvaje, continuado por el rey y cerrados por cuenta Roger Bernat III de Foix y el trovador Bernat de Auric. En estos coloquios, Pere rememora sus batallas y revive el viejo patriotismo de los trovadores con un llamamiento al pueblo occitano.

FUNDACIÓN DE UN PUEBLO: CÁRCER (VALENCIA)

Referencias históricas generales y particulares de Cárcer

Invasión árabe - Fundación del pueblo - Primeros regadíos - Dominio - Reconquista - Donaciones - Palacio señorial - Feudalismo - Escudo Municipal

Por Demetrio Cueves Suñer

Tras la derrota de las huestes del rey Don Rodrigo con toda la nobleza goda, seguida de sus mesnadas de plebeyos y esclavos de la tierra, en la batalla de Guadalete, Salado o más bien de Janda, como afirmaron los modernos historiadores, que tuvo lugar el 19 de julio del año 711, cuya derrota, según opina Gonzalo de Reparaz (1), se produjo por falta de combatividad en la nobleza y dura condición de vida a la que estaban sometidos los vasallos que no sentían el menor interés por defender las suyas, ni menos las de sus tiranos amos, opresores, dueños y señores de todos los medios de producción de sus vidas y honor, no siendo por lo tanto extraño que fueran vencidos por un ejército muy inferior en número, capitaneados por Tarik, compuesto por 7.000 bereberes mandados por 300 oficiales árabes, apoyados por otros 5.000.
Reforzados posteriormente con otros 18.000, que llegaron al mando de Muza, emprendieron la invasión de España, que consiguieron con tan reducidos efectivos y apenas resistencia ante aquel puñado de remecílíos vacilantes y carcomidos, en el corto plazo de dos años, por lo que la campaña de invasión resultó una especie de continuado paseo militar.
Llegados a nuestro valle por los años 712 ó 13, observaron la fertilidad de sus tierras del período cuaternario, suave clima, resguardado de los vientos del Norte, Oeste y Sur, por las sierras de Gabarda, Antella, Sumacárcel, Montot y Realeng. Semiabierto por Levante, por el que penetran las frescas brisas del Mediterráneo. Cruzado de Oeste a Este por el caudaloso Júcar y de Sur a Norte por su afluente Sellent, de limpias y transparentes aguas, ambos con abundante pesca. Teniendo como magnifico telón de fondo de este natural y maravilloso teatro, las azuladas montañas del Mondúber. Ante tan óptimas condiciones, encontrándolo apacible y hermoso, decidieron poblarlo y colonizarlo, fundando los pueblos en el existentes y otros que desaparecieron.
Buenos artesanos y expertos agricultores, supieron aprovechar y distribuir las aguas canalizándolas sabiamente, construyendo sus presas sobre el no Sellent.
Una de ellas estuvo situada a unos 50 m. por debajo del derramador del molino de la Caseta, de la que tomaban sus aguas las acequias de Cotes que discurría por la ladera izquierda del río, y la común de Cárcer y Alcántara que se desarrollaba por la derecha de la que más arriba del acueducto de Escalona, todavía se pueden observar restos de paredones derrumbados.
Otra presa establecida entre Cárcer y Cotes por debajo del derramador del molino así denominado, proporcionaba caudal a la acequia de Benegida.
Las de Escalona de Villanueva de Castellón y Carcagente, que tomando sus aguas del Júcar y cruzando nuestro término municipal, se desarrollan paralelamente a todo lo largo del valle, construidas por los cristianos y privilegios respectivamente otorgados en 1604 y 1654, tienen ocho o nueve siglos menos que las nuestras del Sellent.
Los musulmanes, y como en otras ocasiones expuse, edificaron el primitivo pueblo de Cárcer y su mezquita desaparecida por incendio tras haber sido habilitada para iglesia, en lo que actualmente son calles de la Iglesia, Santa Ana, San Roque, Virgen de la Seo, partida de tierras del Rabalet e inmediaciones de sus acequias de las que regaba sus huertos interiores y las tierras de las zonas inmediatas al pueblo, media y baja que parcelaron, roturaron y correctamente nivelaron en forma de terrazas, estableciendo, entre otros, el cultivo del arroz y de la morera para la cría del gusano de la seda que hasta finales del siglo pasado constituyeron en el valle su principal riqueza.
El marques de Lozoya, en su reciente y maravillosa obra (2) nos dice:
“Los moriscos eran trabajadores, mantenían el austero tenor de la vida de los pueblos de Oriente y con su trabajo y tradicional experiencia en los oficios del campo, hacían fecundas las tierras más estériles.
Como tantas veces se ha dicho, y lo confirman las sepulturas y objetos hallados al practicar excavaciones circunstanciales para fines agrícolas y edificaciones, los árabes crearon en el pueblo importante industria cerámica, alfarera, ladrillera y azulejera, fabricando piezas que por su arte, especial colorido y excelente calidad y belleza, eran incluso solicitadas por magnates que residían fuera de España.
En el monasterio de Poblet (Tarragona), formando parte de su museo, tuve ocasión de observar, hace dos meses, una pequeña colección de azulejos que en forma, tamaño, calidad, colorido y variación de dibujo, son exactamente iguales a los que en el siglo XII se producían en Cárcer, de donde probablemente procederían aquellos. Sus diseños en azul, son los mismos que ilustran mi artículo inserto en este programa en 1967.
Estos y otros muchos detalles bien conocidos, como los de la elevada contribución que Don Jaime I impuso a los moros de Cárcer.
Lo que mencionan varios historiadores regnícolas, particularmente Díago, Viciana y Escolano, respecto a su riqueza industrial y agrícola. Cantidad de establecimientos de fabricación. Número de casas habitadas que el pueblo tenía, etc., denotan que Cárcer debió tener suma importancia durante los cinco siglos que dominaron los árabes y los cuatro inmediatos que éstos lo habitaron bajo el dominio de los cristianos.
Como también se expuso en el mencionado programa de 1967, fue donado por el rey Don Jaime I a Don Pedro Fernández de Azagra, señor de Albarracín, en 5 de agosto de 1237, o sea cinco años antes de que el pueblo fuera reconquistado.
En 1 de abril de 1242, el mismo monarca donó a Gozalbo Juan Domínguez y otros 47 pobladores, lo que llamó Alquería de Cárcer, con sus pertenencias, excepto hornos y molinos que solía reservarse el rey.
Escolano, refiriéndose a esta donación, nos dice en sus décadas que el rey la hizo al entregársela Cárcer durante el primer asedio que, desde su acampada en Sellent, puso a la huerta y ciudad de Játiva, que Zurita lo fija en el año 1240, Díago en 1241 y el doctor Beuter en mayo de 1242.
Siendo esta la fecha que más se aproxima a la del 1 de abril del mismo año, expresada en la donación que menciona Escolano, la que corresponde al documento de la citada donación obrante en el Archivo de fa Corona de Aragón (Barcelona), estimo debiera considerarse como la de la reconquista de nuestro pueblo.
Es lógico suponer, que para acampar Don Jaime I en Sellent pasarían él y sus huestes por Cárcer, y que el rey, desde su acampada, por su proximidad y situación predominante del monte Realeng, a caballo entre dos valles, subiera a ése en patrulla, desde él vieran por primera vez, y en magníficas panorámicas, las ricas huertas de los valles del Cañoles y de Cárcer, ambas plagadas de pueblos y alquerías, y en la primera, recostada sobre el monte Bernisa, la populosa ciudad de Játiva, que en importancia era la segunda del reino, protegida por sus murallas y fuerte castillo, sintiendo por ello mayores deseos por reconquistarla, máxime cuando su yerno, Don Alfonso X El Sabio, al que tenía ojeriza por haber ocupado Enguera y con ella la llamada Canal de Navarrés, pretendía igualmente conquistar Játiva, o que se la diera su suegro como dote a su esposa, Doña Violante, cuya ciudad incluso llegó a atacar el castellano con resultado negativo, intentando o llegando a parlamentar por medio de emisarios, con el alcaide moro de la ciudad para negociar las condiciones de su rendición e incorporarla al reino de Castilla, por lo que Don Jaime, que era un gran guerrero y un mal político, tuvo que entregarle Villena a cambio de Enguera y luego el reino de Murcia en concepto de dote a su hija, esposa de Don Alfonso.
Estas fueron las causas por las que Murcia se incorporase a Castilla y no al reino de Valencia, como correspondía, y también por las que, a mi entender, Don Jaime 1, cruzando el Júcar, se internara hasta SeIlent para desde allí y sus avanzadas, además de realizar correrías como las que realizó sobre la huerta de Játiva, vigilar de cerca, e incluso salir al encuentro de las huestes de su yerno, establecidas en Enguera., en el caso de que éstas intentaran asomar por Anna y el “Plá de les Creuetes”, depresiones de la Foya o del Sellent por Estubeny, hacia el valle de Cárcer para alcanzar en éste al Júcar, o por la del Cañoles, desde Canals y Alcudia de Crespíns, para apoderarse de Játiva, siendo estos los motivos por los que se castellanizó el valenciano que se hablaba en la mencionada Canal de Navarrés, y de que el Montot constituya dentro de nuestra provincia, línea divisoria entre dos formas de hablar.
En 1248 ó 49, según aprecian unos u otros historiadores, o sea 6 ó 7 años después de haberse entregado Cárcer a Don Jaime, pudo éste conquistar Játiva, que durante muchos años fue cabecera de nuestra comarca.
Tras los mencionados hechos y donaciones y hasta 1274, Don Jaime l hizo en Cárcer otras 17 que comprendían casas, huertos y tierras, figurando entre ellas como pertenecientes a su término, las alquerías de Cota, que debió ser el actual Cotes, Xarquia, Garbia y Queyca, que probablemente estaría en la partida del Xocá o Socá, las que sin duda serían núcleos de población administrativamente autónomos, los que junto con Cárcer y Sumacárcer (con r final), donó al infante Don Pedro, quien en 3 de febrero de 1273 y a título de embargo por razón de deudas, cedió sus Bailías al judío David Mascarán, para que éste percibiera las rentas hasta cobrarse la deuda contraída que prematuramente’ tuvo que liquidar el propio rey Don Jaime para recuperar el pago de los réditos embargados.
Ve su primera donación a Don Pedro Fernández de Azagra que ofrece raro contraste con las que posteriormente se sucedieron, debió oriqinarse la denominación de “Cárcer de Azagra” que el pueblo conservó durante más de tres siglos, puesto que Martín Viciana en su “Crónica de Valencia”, escrita en 1562 y 63, al mencionar nuestro pueblo entre otros 62 que eran tributarios de Játiva, aplica a Cárcer la adición “de Zagra”.
En 2 de junio de 1437, o sea 200 años justos después de su primera donación, y como en otras ocasiones expuse, fue de nuevo donado Cárcer por Don Alfonso V de Aragón a Mossén Eslava. A esta familia que entroncó con las de Cucaló y Montull, perteneció el señorío del pueblo durante un período que abarca cuatro siglos, a la que por pragmática de Felipe III de’ 12 de julio de 1614 y por vía de indemnización a los efectos padecidos por la expulsión de los moriscos, le fueron donadas las tierras del término municipal que éstos abandonaron.
La donación del pueblo a los Eslavas debió motivar el que éstos, a raíz de la misma, construyeran el palacio señorial y sus anexas dependencias para servicios propios del señorío, ocupando ambos una considerable extensión.
Este palacio, que estuvo aislado por sus cuatro costados, actualmente muy reducido y en deficiente estado de conservación, ocupado por modestas viviendas particulares, tenía acequia interior para su servicio, tienda de abastecimientos y carnicería del señor en el lado Oeste, lagares para el pisado de uvas y secadero para los granos en plano más elevado a la izquierda de la puerta de entrada en el lado Sur y solar que ocupan la casa n. 3 de la calle de doña Maravilla Pascual, y n. 2 de la calle de la Iglesia, cámara alta para almacenar las cosechas, vivienda para los señores, sala donde se les rendía homenaje, departamento en la que se reunía el Consejo Municipal, cárcel particular lóbrega y húmeda en la parte Norte y muy altas al lado Este, dando vista al exterior, dos ménsulas de piedra labrada que todavía subsisten, que nuestros abuelos creían fueron horcas feudales y signo externo demostrativo de las facultades que tenían los señores, aunque bien pudieran haber sido los soportes de un mirador de’! que se divisara la partida. de tierras denominada de la Señoría. En el mismo lado y en la planta baja estuvo el ermitorio construido en 1759, del que ya hicimos mención en el programa de 1968.
Encima de la puerta de entrada existe una piedra labrada en la que debió estar esculpido el escudo señorial que algún fanático ordenaría se borrase a cincel, probablemente a raíz del Decreto de las Cortes de Cádiz de 1811 por el que se suprimieron los señoríos.
En cuerpo anexo y lado Este, separado por un callejón y en lo que actualmente son viviendas y cine teatro levantadas de planta, estuvieron emplazados los servicios de almazara para moler aceitunas y extraer el aceite, horno, granero para conservar los productos que los vasallos, colonos o aparceros entregaban al señor, cuadras, etc.
El palacio que Viciana consideró como suntuosa y hermosa casa, carece de riqueza artística y arquitectónica puesto que su fábrica es vulgar, y en la ornamentación, salvo algún pequeño detalle realizado en yeso, el arte brilla por su ausencia.
El feudalismo de horca y cuchillo, dueño y señor de todos los medios de producción, de la libertad, del honor y, en ocasiones, de’ la vida de los plebeyos y esclavos como al principio se ha dicho, empleaba a sus súbditos, además de cultivar las tierras, para hacer la guerra por su cuenta o la del rey a base de nuevas donaciones, contra los moros u otros señores y propósito de ampliar las posesiones que constituían su propio feudo en el que a los señores se les consideraba como una especie de semidioses.
De la riqueza y preponderancia que en el siglo XV tuvo el feudalismo en España, y particularmente en Castilla, cita el mencionado Marqués de Lozoya (3), entre otros casos, el de la rica hembra doña Leonor de Albuquerque, que podía ir desde la Rioja hasta Portugal, concretamente desde Belorado hasta Albuquerque, sin dejar de pisar tierras de su propiedad.
El de los Estúñigas, Condes de Plasencia, que eran dueños de media Extremadura.
El de los poderosos Condes de Haro, que controlando toda la Rioja pretendieron incorporar el país vasco a sus posesiones.
El del riquísimo Enrique de Sotomayor, que a fines del mencionado siglo XV dejó en efectivo una fortuna equivalente a cincuenta mil millones de pesetas.
Y sobre todos, el de don Juan Pacheco, Marqués de Villena, que siendo dueño de casi toda la Mancha, tenía posesiones cuya superficie era bastante mayor que la de 22.912 Km2, que conjuntamente ocupan las tres provincias de nuestro antiguo reino de Valencia, en cuyas posesiones, que se extendían desde Cuenca hasta Almería (integradas estas últimas a raíz de la reconquista de Granada en época de los Reyes Católicos,) figuraban, entre otros menos importantes, los señoríos de Belmonte, Alarcón, San Clemente, La Roda, Albacete, Villena, Utiel, lHellín, Jumilla, Yecla, Almansa, Sax, Vélez Rubio, Vélez Blanco, etc., contando el marquesado con 150.000 vasallos (30.000 tributarios cabezas de familia) y 100.000 ducados de renta al año.
Este soberbio y altivo marqués, considerándose más importante que el propio rey Enrique IV, llegó con su desacato y fuerzas a asaltar el palacio que en Segovia ocupaba aquel desdichado monarca, al que insultó.
La propiedad de las tierras en Castilla y Andalucía, a excepción del pequeño reino moro de Granada, pertenecía a 30 señores y órdenes religiosas. En Castilla el 95 O/~ de las tierras pertenecían a la aristocracia y a la Iglesia (4).
En nuestro antiguo reino, sus posesiones y facultades jurisdiccionales eran más limitadas.. No obstante, antes de la reconquista, dominando los árabes, Mohamed-ben Yusuf-ben Hud se constituyó un amplio feudo que comprendía Murcia, Orihuela, Denia y Játiva.
Del concepto que en la edad media tenía el feudalismo acerca de la dignidad humana y de sus vasallos, nos da clara idea el hecho de que el inmediato pueblo de Cotes, según consta en documento incompleto obrante en el Archivo Histórico del Reino de Valencia, cuya sigla no puedo precisar por haberla extraviado, fue vendido en 17 de febrero de 1419, por Andrés Giménez Doria y su esposa Juana, a Jaime Castellá por la suma de 75.000 sueldos, comprendiendo la venta el pueblo con todas sus fortalezas, casas, edificios, hombres y mujeres, así como la jurisdicción civil y criminal.
Esto, comparado con la actual distribución de los medios de producción y situación social, nos permite apreciar el nivel alcanzado.
Los Reyes Católicos organizaron rápidamente un ejército para rechazar a los portugueses que penetraron en España con el propósito de que en lugar de Isabel la Católica reinara doña Juana, apodada la Beltraneja. Creando contra la protesta de muchos nobles y prelados, la Santa Hermandad, que era una especie de nuestra actual Guardia Civil, y Juego el anciano Cardenal Cisneros, regente de España, señalando a los nobles desde un balcón de palacio, y como respuesta a sus intemperancias algunos cañones y la milicia ciudadana organizada, que fue la precursora de nuestro ejército permanente, y de paso decirles QUE AQUELLO ERAN SUS PODERES, consiguiera con ello imponer la autoridad en los pueblos plagados de toda clase de delincuentes y abatir las altiveces y el orgullo de la belicosa nobleza y algunos prelados de la época.
Las Cortes de Cádiz, por el indicado Decreto de 6 de agosto de 1811, incorporando a la nación todos los señoríos y jurisdicciones. Aboliendo la pena del tormento y los dictados de vasallo y vasallaje, a la vez de obligar a los señores para que deshicieran sus respectivas cárceles, acabaron con lo que en dicha fecha restaba del feudalismo.
No existe referencia ni noticia histórica a mi alcance, ni leyenda o conseja local más o menos verídica o fabulosa, transmitida a través de las generaciones, que se refiera al uso que los señores de Cárcer pudieran haber hecho de su lóbrega y húmeda cárcel y pavorosos instrumentos de miedo y terror a su servicio. Pero el hecho histórico de que el pueblo en tiempo de los señoríos tuviera 200 casas habitadas por ricos vasallos y la participación de los productos de la tierra entre señores y vasallos proporcionalmente realizada, según consta en las 25 cláusulas que comprende la carta de población otorgada en 24 de agosto de 1610, demuestran que existió, por parte de lo señores de Cárcer, generosidad, consideración social y respeto para con sus vasallos, colonos y aparceros españoles. Y como el generoso suele ser a su vez humano y bondadoso. lógicamente hay que suponer que así debió ser la justicia que administraron los del pueblo.
Si por estas razones y las de vinculación a la municipalidad, ésta dedicó una de sus calles a la Baronia y una de las partidas de tierras de su término a la Señoria. Habría sido lógico, que en lugar de los sorprendentes símbolos regionales de León y Castilla, que componen nuestro flamante escudo municipal adoptado en 1955, que no guardan ninguna relación con nuestra naturaleza y condición de valencianos, figurasen en el mismo, bajo corona mural que no significa ninguna ideología ni distinción de casta, y sí heroicidad, valor y fortaleza como la que siempre tuvo nuestro pueblo, para transformar en vergel riscos y tierras improductivas y luchar contra toda clase de adversidades, y en uno de sus cuarteles, la cruz plata sobre campo púrpura que es el de las más elevadas dignidades, alusiva a un hecho universal y religión que se profesa. En otro, las cuatro barras gules sobre campo oro representativas de Cataluña, Aragón y Valencia, su reconquista y fundación del reino. En el tercero, cascada, río, canal o compuerta sobre campo sinople representativos del agua encauzada y la tierra cultivada por nuestros antecesores y nosotros mismos, que constituyen los básicos y casi únicas elementos del patrimonio que permite nuestra forma de vida, y en el último, a la vez subdividido en cuatro, la musulmana media una plata abatida con los cuernos hacia abajo sobre campo de gules; escudete gules con franja oro sobre campo sinople; grajo sable posado o en vuelo sobre campo de plata, y flor de lis oro sobre campo de gules, cuyos cuatro símbolos heráldicos, respectivamente corresponden a los linajes Azagra, Eslava, Cucaló y Montull en los que recayó la Baronía a la que como institución, con sus defectos y virtudes, estuvo Cárcer vinculado cerca de cuatro siglos.
Profano en heráldica y amante de mi pueblo y valencianía dentro de la unidad de la Patria, estimo que todo ello realizado por mano más experta que la mía, habría constituido un conjunto armónico, expresivo y concordante con la historia de Cárcer forjada a fuerza de temple y resistencia a través de sus 1.200 años de existencia.
Notas:
(1) "Cuadernos de cultura" nº 44 p. 26
(2) "Historia de España" Vol II p. 190
"Historia de España" Vol II p. 190
(3) "O.C." Vol II p. 255 y 376
"O.C." Vol II p. 255 y 376
(4) "O.C." Vol III mapa p. 42 y 345
D.C.S.

LA OTRA CONQUISTA DE MALLORCA

La crónica árabe de la caída de la isla a manos cristianas, desaparecida casi 800 años, se publica en castellano tras el éxito de la edición en catalán

La historia la escriben los vencedores. Romanos, españoles y estadounidenses contaron en piedra, papel o en imágenes grabadas las hazañas y victorias de sus ejércitos, pero poco o nada se sabe de la versión de los vencidos sobre esos mismos hechos. En el caso de la conquista de Mallorca, que capitaneó el joven rey aragonés Jaime I en 1229, se conocía el relato de la expedición cristiana a través del Llibre dels fets, la primera de las grandes crónicas catalanas, e incluso se podían ver las imágenes del asedio y las batallas entre cristianos y musulmanes en las pinturas murales conservadas en el Museo Nacional de Arte de Cataluña y en algunas de las obras de Pere Niçard realizadas en el siglo XV. Pero han tenido que pasar casi 800 años para conocer la contracrónica de los hechos, la versión de los vencidos.
En 2001, Muhammad ben Mammar, profesor de la Universidad de Orán, revisando en una biblioteca de Tinduf (Sáhara argelino) un CD con textos árabes digitalizados, encontró un relato del siglo XIII escrito por Ibn Amira al Mahzumi llamado Tarih Mayurqa, que explicaba en 26 folios escritos por las dos caras la caída de Mallorca a manos de los catalanes. Se sabía de la existencia de este texto por referencias en obras del siglo XVI, pero nadie había encontrado el original. Ben Mammar estuvo el martes en Barcelona, en la sede del Instituto Europeo del Mediterráneo, en el acto de presentación de la versión catalana, que ya va por la tercera edición, y la castellana, que estará en la calle el 2 de junio y que ha publicado la Universidad de las Islas Baleares.
"El relato estaba perdido y yo lo he estado buscando desde 1955, año en que hice mi trabajo de fin de carrera", afirmó durante el acto el historiador Guillem Rosselló, traductor de la obra al castellano y al catalán junto con el arabista Nicolau Roser. Según Rosselló, el trabajo de comparar los hechos de 1229 que relata la crónica de Jaime I y los que narra Ibn Amira está por hacer, pero de entrada existen coincidencias: la conquista y pérdida de la mayor de las "islas orientales de Al Andalus" tuvo como excusa la captura de unas naves, el desembarco de los rum (todos los europeos no musulmanes) fue en Santa Ponça, en Porto Pi hubo un choque crucial entre los dos ejércitos y el asedio definitivo fue a Medina Mayurqa en una batalla cruenta que acabó con miles de muertos (24.000 según el autor).
Según Roser, llama la atención la imparcialidad de Ibn Amira (algo poco frecuente en los relatos cristianos) al afirmar que los rum vencieron por la división de mallorquines y almohades venidos desde Andalucía y lo bien que "Haymi I" dirigió la guerra.
Para los investigadores, que emplearon seis meses en traducir el texto del árabe al catalán, el relato de Ibn Amira es el único conocido que narra la caída de una ciudad islámica, ya que en otros casos son poesías (elegías) que lloran la pérdida. Además, según Roser y Rosselló, el texto es más que una crónica de guerra: es el mejor relato sobre la vida de la isla en la Edad Media, por eso en Mallorca ha sido un éxito y cuando se publicó "se vendió más que Zafón o Harry Potter".

LAS LLAVES DE LOS ÚLTIMOS SARRACENOS DE MALLORCA

Hallado el refugio de 30 bereberes, escenario de un episodio narrado por Jaume I

Son las tres llaves de los últimos rebeldes de Mallorca en el siglo XIII. Los restos de las piezas forjadas, que se usaron por última vez en marzo de 1230, han sido halladas en buen estado en un abrigo intacto de un acantilado donde resistieron unos veinte payeses mallorquines sarracenos, bereberes de Iraten (Artà). Aquellos isleños de Al Andalus huían de la conquista de la isla emprendida por el rey catalán Jaume I que dominó Palma (Medina Mayurka) el 31 de diciembre de 1229 y después instaló "un reino sobre el mar" y ocupó toda Mallorca. El episodio está narrado por el monarca en su crónica El llibre dels fets. Los sarracenos de Artà huyeron con las llaves de sus viviendas porque seguramente tenían previsto regresar a sus posesiones, pero quedaron cautivos, esclavizados por las tropas de los caballeros y magnates que reunió Jaume I. Ahora se ha hallado la prueba de aquella razia contra los últimos resistentes a la invasión.
"Hemos excavado un episodio que está documentado en un texto, lo que técnicamente es muy relevante. Sabemos por el rey lo que pasó y qué caballero intervino en el desalojo de los refugiados: el aragonés Pere Maça, que está retratado en murales bélicos del MNAC en Barcelona", detalla el historiador de la Universidad Autónoma de Barcelona Miquel Barceló. En la zona se apresaron unos 2000 andalusíes. Maça reclamó ballestas, picos y lanzas.
"La crónica de Jaume I nos permite una exploración insólita de una ocupación ocasional de días, entre el 24 y el 28 de marzo, con luna llena, de 1230 en que fueron capturados los payeses de las alquerías vecinas, que desconocían que lo que estaba ocurriendo era una conquista, una ocupación. Eran los vencidos", relata Barceló que bautizó el lugar con 'cova Jeroni' por el mitificado nativo jefe indio rebelde de Norteamérica.
"Excepcionalmente no hay rastros de que ese abrigo en la sierra de Artà, cerca de Ferrutx, fuera habitado antes o después de 1230. Es de muy difícil acceso y debió ser una aventura permanecer en esa rocas en desnivel, abiertas al viento, a 50 metros de altura en un acantilado", subraya el arqueólogo Mateu Riera, quien con la profesora Helena Kirchner ha desarrollado esta investigación. Unos bomberos montañeros del Consell de Mallorca descubrieron el enclave y han facilitado el trabajo de los investigadores en tan difíciles condiciones.
En la excavación ha aflorado cerámica, restos de comidas y fuego y un vertedero de esos restos. En el horno improvisado con media tinaja se halló la última comida de los cautivos: los huesos sin desmembrar de una pierna de conejo. Pero los sarracenos bereberes en fuga también comieron pescado -la cueva abierta está cerca del mar-: erizos marinos y almejas.

MONTEROS

No sólo del arco y los halcones vivían los monteros. Tanto es así que su arsenal podía abarcar la práctica totalidad de armas de asta, de proyectiles, y diversas armas de filo.

Posiblemente la figura mas injustamente olvidada del Medioevo hispano. Admirado, vilipendiado, temido y agradecido. Las leyendas, fábulas y cuentos en los que era protagonista se mezclaban hasta no poder decir dónde comenzaba y dónde terminaba la realidad. Los Nobles buscaban su favor, y también los campesinos.Expertos en supervivencia, guerra de guerrillas, en manejo del arco, de la honda, el cuchillo o el látigo, conocedores de cada palmo de su particular reino, maestros adiestradores y eventuales alquimistas, herbolarios, cirujanos, curtidores, cocineros, rastreadores implacables, infalibles cazadores y esquivos guías, temidos bandoleros y salteadores. Duros, toscos, curtidos personajes herederos de la más antigua de las tradiciones y profesiones de la historia de la humanidad… la supervivencia.

El Montaraz Hispano.

En la categoría de Montaraz hemos unido a cazadores, guardabosques y alimañeros, con la intención de reunir en una única imagen los diversos aspectos que en la edad media tenían éstos personajes. El cazador que llena las despensas del Noble de la zona, el humilde campesino que aprende a sobrevivir en un medio hostil a falta de campos que trabajar o a falta de ganas de someterse a un régimen feudal, aquellos forajidos empujados a la delincuencia por hambre, cargos judiciales o persecución religiosa, o simplemente el hombre de campo que aprendió de su padre a completar su dieta con eventuales presas tienen cabida bajo éste epígrafe. En pleno siglo XII eran prácticamente los únicos que usaban los arcos de forma habitual en los reinos cristianos de la península, así como los conocimientos exhaustivos de caza y adiestramiento de animales. La mayoría se especializaban en una o dos áreas de conocimientos, teniendo del resto unos rudimentos que les bastaban para su quehacer cotidiano. Los nobles requerían de sus servicios para practicar la caza, mantener sus jaurías, llenar sus despensas, adiestrar a sus rapaces, controlar el territorio y mantener un perfil bajo de alimañas. Los campesinos le llamaban para deshacerse de los depredadores, guiarles en sus viajes monte a través, suministrarles carne o alimentos específicos, pedirles consejo en ciertas cuestiones y protegerles de algunos individuos. Un buen montaraz tenía su sustento y porvenir garantizado fuese donde fuese: En una cara de la moneda tenemos al honrado cazador al servicio de su Señor, estimado y sumamente respetado, en la otra cara de la moneda tenemos al cruel bandolero, fugitivo y ampliamente temido por todos. Su conocimiento del medio y de las artes para hacerse valer le hacían insustituible, y de su saber nos llegan hasta nosotros las más diversas técnicas de pesca, caza y recolección: Ligas, lazos, trampas, acecho y rececho, rastreo, nasas, redes, arpones, anzuelos, venenos, micología, herbolaria, primeros auxilios, adiestramiento de hurones, ginetas, cetrería, perros, marroquinería de circunstancias, desollamiento, taxidermia elemental, arquería, látigo, honda, reclamos, técnicas de supervivencia en bosque, montaña, pantano y páramo, y la ecología de toda la fauna silvestre son sus armas y legados.

PRINCIPALES COMIDAS EN LA EDAD MEDIA

El pavo real era el plato que el emperador prefería y debía ser servido por una dama porque no se consideraba a los criados con derecho a tocar el gran manjar.
Se comía mucho asno joven. Se rellenaba de aceitunas verdes, pajaritos y trufas enteras y luego se asaba al espetón.
La cocina del cerdo fue popular en la Germania medieval. Los maestros salchicheros gozaban de un rango artesano.
A partir del S XIII Europa entra en un período que luego fue llamado: Europa de los carnívoros, considerado el prólogo del Renacimiento.
Había comida para todos. Los empleados artesanos comían cuatro platos servidos por sus patrones: una sopa, dos platos de carne y uno de legumbres.
A diferencia de los campesinos, los ricos burgueses y los grandes señores eran más carnívoros. A demás de cerdos consumían gallinas, ocas, grullas, ciervos, jabalíes y corzos.
Se consumían mucho los frutos secos como las almendras, las pasas, los piñones, las nueces, las avellanas y los higos.
Las especias importadas: la pimienta (que sirvió de moneda en épocas de sistema monetario incierto), el jengibre, el clavo de olor, la nuez moscada, la canela, la mostaza y el azafrán, las otras especias y hierbas aromáticas como el orégano, el tomillo y la albahaca eran considerados cosa de pobres.
Carlomagno fue el primer rey cristiano que sentó a las mujeres a la mesa.
El pueblo utilizaba vajilla esmaltada toscamente, platos de tierra cocida y de madera.
Los burgueses utilizaban el estaño pero al Gran Señor le gustaba la vajilla de oro y plata.
Se comía con las manos y el cuchillo. Luego se extiende el uso de la cuchara y de los palillos.
Los invitados llevan una servilleta personal para proteger la ropa.
El mantel juega un papel muy importante: comer en el mismo mantel significaba igualdad de condiciones.
El tenedor fue un aporte a la cultura de los venecianos aunque durante mucho tiempo no se utilizó y fue considerado: afeminado, demoníaco o tan sólo una curiosidad.
Se trabajó con el bronce y otros metales. Se inventó el tamiz, coladores con asas, tarteras, ganchos para colgar alimentos, ralladores de queso y nuez moscada y la parrilla.
Cuando cae el imperio romano se empobrece la cocina europea.
La cara contraria a Carlomagno y la reivindicación de los banquetes romanos era la hambruna que pasaban los campesinos y la servidumbre.
Se destacan los caldos y salsas muy condimentadas que acompañaban platos con las carnes y pescados más variados.
Los cocineros emplean lo que tienen a mano: las plantas aromáticas y las especias de la gente humilde: cebolla, chalote y ajo.
Marco Polo, en el S XIII, trae la pasta desde China. De las Cruzadas, de Asia Menor y fundamentalmente de Persia e
India, vienen las especias más caras y nuevos métodos de guisar que desde España se difunden por toda Europa.
Durante la cuaresma los cocineros se esfuerzan por realizar los platos más variados con pescados.
Un plato típico de la edad media es el manjar blanco.
El pueblo lo hacía con una base de arroz, miel y leche. La realeza con gallina desmenuzada y cocida por hervor a fuego lento y cacerola tapada hasta que se deshaga en hebras. Se condimentaba con varias especias.
En los monasterios se preparaban platos agridulces de mermeladas con carnes.
Se bebían vinos, cerveza e hidromiel especiada.
Se sirven las aves vestidas, es decir: con su plumaje como si estuvieran vivas

VESTIMENTA Y MODA EN EL SIGLO XIII

Uno de los inventos más importantes en el inicio de la EM fue la cota de malla que se desarrolla desde los siglos X a XIV, y los tejidos de punto.
Los bárbaros introducen la costumbre de llevar calzones, pegados a la pierna, bordados y adornadas, ahora las túnicas empiezan a tener mangas más largas. Las capas de lana rectangulares (clámides) se hacen más amplias. Los bárbaros usaban dos colores, uno en el lado izquierdo, y otro en el derecho.
El Bizancio aporta lujo y gran variedad de telas, seda y ricos bordados en oro y piedras preciosas.
Aparecen los mantos en forma de capas, eran símbolos de status además de proteger del frío, en color oscuro significaban el duelo de la persona que lo portaba.
A la llegada de los árabes se comienzan a utilizar nuevas telas, e imponían su moda a los pueblos que dominaban, consistía en pantalones anchos (zaragüelles), faja, turbante y túnica abotonada y ajustada (aljuba, vestidura morisca, especie de gabán con mangas cortas y estrechas), faja turbante y gorro semicónico
Los españoles al iniciar la reconquista, comienzan a utilizar la camisa como ropa interior y encima varias túnicas superpuestas, que terminaban con el brial.
Las novias llevaban el mejor vestido que tuvieran independientemente del color que fuera, tejidos de algodón y lino.
Las mujeres más pudientes solían llevar tres o 4 prendas:
Ropa interior: la camisa, hasta los pies ellas y ellos hasta la rodilla, el tejido de lino, sin adornos hasta evolucionar en el barroco con ellos, las mangas y los cuellos sobresalían del vestido principal, y las bragas, que eran como unos pantalones, a estas se sujetaban las calzas (como nuestras medias pero de paño o de cuero y por lo general muy elevadas y de variados tamaños), que cubrían las piernas desde el tobillo hasta la rodilla por medio de unas correas entrelazadas.
Ellos llevaban calzones podían ser de tela, similares a un pantalón actual .
Encima de las sayas, se ponía el brial (sujeto con pasadores)que es el vestido de seda o de cualquier tela costosa y rica que usaron las mujeres ceñido a la cintura y bajando en redondo hasta los pies, mucho más largo que la saya, aunque ambos tenían la misma hechura. También se llamó así al faldón de seda o tela que traían los hombres de armas desde la cintura hasta encima de las rodillas. Para ajustar estás prendas se abren por los costados y se encordan. Las mangas anchas y más cortas que las interiores, decoradas con perlas y pasamanería. Las clases altas se adornaban también con un cinturón, el cual era muy largo llegando a los tobillos, estaban engarzados con piedras preciosas.
El pellote era una especie de vestido largo y abrigado ya que se forraba habitualmente con piel de conejo. Las cabezas eran adornadas con sombreros cilíndricos o birretes.
La cota estaba cubierta por otra prenda, el SURCOTTE o sobrevesta, que podía ir sin mangas o con ellas y estaba confeccionada en tejidos más lujosos que la cota, además solía ir lujosamente forrada.
A finales del XIII, principios del XIX, esta prenda va evolucionando de forma, se acorta por delante y se transforma en una prenda abierta (como un chaleco largo) y su uso duraría mucho tiempo.
Calzado: sandalias, zuecos y borceguíes (como botas militares), y los zapatos muy puntiagudos e incluso las mismas calzas, que a menudo llevaban adheridas al pie unas suelas puntiagudas y largas según la clase social, no todos llevaban calzado, a partir del siglo XIV y XV hasta el XVII evolucionan los altos chapines (especie de chanclos con corcho muy grueso sobre la suela), que los llevaban las señoras elegantes.
Ambos sexos usaban una especie de zapatillas abiertas fabricadas con cuero, de cabra para las clases más adineradas, o de vaca para el común de la población. A veces, los hombres llevaban botas.
En la cabeza, crespinas, que empezaron siendo para la nobleza, y poco a poco pasó a llevarse debajo de las armaduras y utilizado en tosas las clases sociales para el frío. Las mujeres esperaban a casarse para cubrirse el cabello, como símbolo de modestia y caridad cristiana, se casaban con 15 años o incluso antes. El pelo lo llevaban o bien suelto, o en dos trenzas, también llevaban tocados a los que a veces se les añadía una redecilla de pelo, un velo, una corona…La soltera podía llevar además guirnaldas de flores (la corona virginal).
Los hombres y los niños solían llevar además de las crespinas una especie de capuchas llamadas Hood.
De abrigo se utilizaban prendas de lana, mantos, capas estas se denominan COTAS y eran más largas en la mujer, normalmente se confeccionaban en lana, aunque también los había, como por ejemplo el BRUNETTE, que provablemente fuera de seda,y los albornoces, de imitación arábiga, que era otra capa cerrada hacia el pecho pero abierta y de gran vuelo por abajo y en los últimos siglos de la época se acortaron la capa y los sobretodos que antes llegaban hasta los talones.
Los botones se utilizan desde la prehistoria, pero se empiezan a fabricar en serie en en siglo XII. Durante la edad media eran de cuerno y de cristal. Siempre presente en el vestuario masculino.
Los guantes. En los siglos XII y XIII, Italia, Francia y España rivalizaron en la industria del guante. Se fabricaron guantes perfumados con aceite de jazmín, ámbar, aceite de cedro, azahar y rosa, que estuvieron de moda durante mucho tiempo.
Entre los hombres, la idea del reto se asociaba siempre al acto de arrojar el guante.
En la Edad Media no se permitía que una persona tuviera sus manos enguantadas en presencia de un superior.
Los labradores utilizaban guantes de tres dedos.
Los laicos llevaban una prenda en la cabeza, parecida a una capucha llamada AUMUSSE cuando estaban fuera de casa.
Nace un nuevo tipo de mujer: la religiosa.
La ropa de los nobles era envidiada y copiada más mal que bien por la gente del pueblo, que la hacía como podía.
La vestimenta se adecua mucho a las necesidades laborales y al bolsillo de cada uno de los habitantes de un pueblo.
La ropa era algo importante que pasaba de padres a hijos y se recosía múltiples veces. Así que una familia podía utilizar ropajes de sus abuelos y estaban muy agradecidos por ello. Los colores pardos, grises, marrones, naranjas, era lo que predominaba. Tejidos muy bastos, que taparan bien en invierno y en verano, ya que el sol de justicia trabajando en el campo de sol a sol era mortal.
La vestimenta de las aldeanas nunca eran largos (en la nobleza y en la gente pudiente, tenían que bailar dando pasos hacia atrás para no pisar el vestido) lo llevaban a un palmo por debajo de la rodilla, para que no molestase al faenar.
Una curiosidad, tenían la costumbre de guardar el dinero atándolo con un nudo en los bordes de la camisa

PELUQUERÍA EN LA EDAD MEDIA

Después de la caída del imperio romano, Europa occidental es invadida por los bárbaros, y al no existir un poder central organizador fuerte, la vida vuelve a hacerse rural.
Los territorios ocupados se organizaron en feudos, latifundios en los que el pequeño propietario y el artesano se ponían al servicio y bajo la protección del propietario mediante el sistema de vasallaje.
La estructura social da lugar a una economía cerrada en la que el principal peso del trabajo cae sobre el vasallo, y solo se produce lo que se consume.
La agricultura y la ganadería son las bases de la subsistencia humana y el intercambio comercial en Europa es muy escaso.
El cristianismo se expande por toda Europa, y la iglesia se ha hecho represora, es la única estructura organizada con poder general. A partir del siglo XI con los progresos técnicos aumenta la productividad y las ciudades se convierten en centros de comercialización de los excedentes.
Es una nueva fase expansiva de la economía y un nuevo desarrollo de las ciudades y las actividades propias de ellas, estas se practicaban en gremios que eran cofradías de trabajadores del mismo oficio, para la realización de las diversas actividades cada oficio tenia unos grados, aprendiz, oficial, y maestro.

La Profesión

La iglesia y la vida rural hacia que todo lo que estuviera destinado a ensalzar la belleza corporal hacen que disminuya
muchas de las actividades que ganaron importancia y desarrollo en las ciudades de la antigüedad. En el ámbito privado circularon entre las mujeres de las clases altas gran cantidad de recetas y técnicas destinadas al embellecimiento con ingredientes insospechados.

Depilatorios diversos como la cal viva, depilación con pinzas, con ayuda de los dedos impregnados en pez o también con agujas calientes clavadas en el bulbo piloso.
Perfumes para la piel y cabellos con almizcle, clavo, nuez moscada, y cardamomo.
Para maquillarse utilizaban heces de cocodrilo, sesos de jabalí secos, y pulverizados o dientes de animales triturados y mezclados con aceites.
Para teñir los cabellos blancos utilizaban una pasta hecha de ceniza de sarmientos de vid y de fresno macerados y cocidos durante medio día en vinagre y con ello recubría los cabellos toda la noche.
Los hombres tenían el cabello largo ya que significaba virilidad y libertad, de ahí que los esclavos y los miembros del clero estuvieran tonsurados (coronilla afeitada). Finales del siglo XII el barbero afeitaba, recortaba barbas y se ocupaba de la cirugía menor que en aquel tiempo consistía en cuidar heridas, cauterizar, extraer pinzas delantales y
sangrar a los clientes con sanguijuelas.
La higiene corporal tenía cierta importancia, en especial la lucha contra los piojos y la caspa. Se sabe que existieron pocas lavadoras de cabeza.

Peinados

En cuanto al peinado, las conveniencias exigían a las mujeres disponer sus cabellos ordenadamente reunidos en una trenza o divididos con una ralla central y dos trenzas cayendo sobre los hombros o recogidas en la frente. Las mujeres casadas, además, debían encerrar la trenza con una toca.
Como único adorno se usaban tocados sencillos que servían más para ocultar los cabellos que para destacar el rostro. Las más humildes tejían en sus cabellos trenzas de todo tipo que generalmente nunca dejaban caer, sino que se enroscaban encima o alrededor de la cabeza formando originales recogidos. Sus únicos recursos para hacerlo eran peines de madera e hilos de lana.
A menudo, se usaban flores como ornamento, pues era lo único que tenían a su alcance.
El cambio de color no era muy bien visto.
Las leyes medievales afirman que el tocar o arrancar parte de la barba o los cabellos será castigado con fuertes multas de dinero o con castigos corporales.
Bajo la influencia de la moda francesa, los jóvenes nobles se afeitan la frente y dejan caer los cabellos rizados por la espalda. Los cortesanos de los siglos XII y XIII demostraban gran interés por los cabellos largos y rizados. Las pintas de los rizos podían ir hacia adentro o afuera, llamándose en este caso el peinado de “viruta” por asemejarse a la forma de las virutas de madera después de un cepillado.
Las mujeres llevaron el pelo largo durante toda la Edad Media. En los siglos XII y XIII también los llevaron rizados como los hombres.
Desde mediados del siglo XII, procedente de Francia, aparece la “Venda” que consiste en una venda que se usaba rodeando la barbilla y una banda rígida rodeando la cabeza en forma de corona.
Aparecen las tenacillas calientes en el siglo XIII.
Uno de los peinados clásicos del siglo XIV se basa en dos trenzados amplios que caen por las mejillas rodeando las orejas y casi siempre sostenidos por una red.
En los países nórdicos, se llevan los grandes tocados de formas voluminosas que hacen parecer la figura femenina más
delicada. Al principio se llevaban sobre las orejas pequeñas formas de cuernos sostenidas por una red. Eran muy utilizados el tocado de aguja o hennin, el tocado turbante, que tenía un velo cosido en la parte alta. Es clásico también el tocado en forma de “maceta” invertida sobre la cabeza.
También para estilizar la cara se procura levantar los cabellos. El ideal de belleza consiste en una clara frente redondeada y alta, los cabellos de las sienes se retiran hasta el borde de las cofias. Se depilan las cejas y el cabello de la frente. La depilación se realiza con piedra pómez y mezclas de extravagantes productos (huevos de hormiga, etc.)
Solamente, las jovencitas llevaban los cabellos sueltos, y en todo caso, según su categoría una pequeña diadema.
Les gusta cambiar el color de sus cabellos pero el rojo no estaba bien visto en la época.
El ideal de hombre de la época es el jovencito delgado y de fino talle. Los cabellos se llevan medianos, ligeramente
ondulados y a veces los cabellos cortos en la frente y con un bucle hacia adentro. El pueblo llano estaba obligado a llevar el pelo corto. En general, no llevan barbas, solo los señores mayores como símbolo de dignidad y sabiduría. El largo manto, un privilegio de las clases altas, deja paso a la falda corta: mallas para las piernas, un breve jubón y una chupa entallada con una falda corta.
En el siglo XV, la moda masculina se torna cambiante. Las espaldas rellenas y los hombros abuchonados hacen al hombre más esbelto, de talle más estrecho. Llevan los cabellos cortos.
El cabello de los monjes se peina de forma radial desde el remolino hacia fuera en todos los sentidos, se corta por encima de las orejas y alrededor de las orejas.
A mediados de siglo, sobre todo los jovencitos, llevan la cabeza llena de grandes rulos que se realizan con tenacillas. A veces se entrelazan con cintas y el peinado masculino se afemina.

LA VIDA EN LA EDAD MEDIA

La Edad Media fue una época de brillo cultural en todos los sentidos. Paralelamente a la religión, la superstición, la ignorancia, la enfermedad y la guerra exitió un espíritu de inquietud intelectual que caracterizó a la Edad Media.
El hombre lo hacía todo manualmente ya que no había tecnología, la vida era muy dura, los campos se labraban con arado y sin abono y dejados alternativamente en barbecho cada dos o tres años, se producía muy poco y no se rendía lo suficiente. El campesino, que por las condiciones de vivir en feudos de terratenientes y hombres de armas, era el siervo, tenía que dejar la mitad de la cosecha para su amo y con el resto alimentar a su familia.

La cama, se dormía sobre paja o en el suelo; rara vez se podía ver en las despensas cercanas al fogón que hacía de cocina alguna vajilla, y lo que se usaba como plato eran rebanadas de pan seco. Los campesinos se hacían unas chozas de adobe que a menudo se incendiaban y había que reconstruir.

Los ricos, vivían en castillos de piedra y su riqueza se media por el espesor de los muros y la solidez de las fortificaciones exteriores.

Al no haber alcantarillado, ni sistema de conducción de aguas de las ciudades fortaleza o aldeas, parecían cenagales todas las épocas del año, por supuesto el mal olor era parte de la cotidianidad y el cultivo de enfermedades endémicas que azotaron a la población menguada de la época medieval. El agua había que irla a buscar al pozo o a la fuente, la luz era proporcionada por las velas y alguna que otras antorchas resinosas que despedían tanto humo como luz.

Cuando se hacían grandes banquetes, los perros y los mendigos se disputaban bajo la mesa los trozos de carne y los huesos que los comensales cedían.

Los animales domesticados que servían de apoyo a los trabajos del campo y del comercio, compartían las casas de sus dueños, el establo estaba en la parte de abajo y en una guardilla vivían los humanos. El estiércol sobreabundaba en las casas y un olor, a lo que pudiésemos llamar hoy día a pocilga, era lo natural.

Había un gran conocimiento de la naturaleza, de las bondades de las plantas para la salud, de saber orientarse con las estrellas y los movimientos del Sol, se poseía una vista ágil y una mano diestra, se conocía el espacio en razón del mandato de sus constantes cambios y se respetaba la pureza de los bosques porque sólo se talaba lo necesario para beneficio humano.

La caza, a diferencia del hombre contemporáneo, era trabajo, que tenía a la vez algo de deporte, de festín y de guerra, pero cuyo botín iba destinado para alimento del cazador y los suyos.

La carne de ganado doméstico no se comía, con excepción de la de cerdo y la de corral, pero los nobles, grandes comedores de carne, traían de sus incursiones por el bosque hecatombes de perdices, urogallos, liebres y corzos. El oso, el ciervo y el jabalí muertos se llevaban en triunfo y, en las vigilias de los grandes banquetes, los pájaros pequeños, como codornices y tordos, muertos a centenares, se sacaban de los morrales y se amontonaban ensangrentados por los suelos de las cocinas.

En las cocinas se respiraba un olor a sangre, a pieles recién desolladas y a humo de carnes asadas que se juntaba con el olor de los perros, de los halcones de caza y de la gente.

La carne, secada al sol o ahumada en las enormes chimeneas, se conservaba bastante mal y era necesario renovar a menudo las provisiones, por lo que había una constante escasez de sal y de pimiento, indispensables para sazonar los alimentos y para prolongar la conservación de estos víveres, que continuamente amenazaban con corromperse.

Los que tenían más nivel adquisitivo podían permitirse una gran variedad de comida, incluyendo los frutos secos, las almendras y las especias asiáticas, que eran productos muy caros. Los menos pudientes comían pan moreno (muy tosco hecho de trigo y centeno o avena), verduras de huerta y carne, en especial cerdo, de sus existencias caseras.

En invierno se surtían de la carne y el pescado que habían conservado con sal. Las vacas, las ovejas y las cabras suministraban la leche necesaria para elaborar los alimentos lácteos, llamados platos blancos.

Los más ricos tenían platos de estaño. Ciertos alimentos oxidaban el material y hacia que mucha gente muriese envenenada que, unida a la falta de higiene de la época se hacia muy frecuénte. Un ejemplo fué, cuando se conocieron, los tomates, que eran ácidos y provocaban este efecto y fueron considerados tóxicos durante mucho tiempo.

En los vasos ocurría lo mismo donde, al contacto con whisky o cerveza hacia que la gente entrara en un estado
narcolepsico producido tanto por la bebida como por el estaño. Alguien que pasase por la calle y viese a alguien en este estado podía pensar que estaba muerto y ya preparaban el entierro. El cuerpo era colocado sobre la mesa de la cocina durante algunos días y pasaba con la familia mientras ellos comían y bebían esperando que volviese en si o no.
De esta acción surgió el velatorio que hoy se hace junto al cadáver.

COSMÉTICA, JOYAS, HIGIENE, PERFUMERÍA Y EL BAÑO MEDIEVAL

COSMÉTICA

En el Medievo, la mujer ideal tenía que ser rubia, pálida, con las mejillas de un color rojo vivo, los labios de color rojo, las cejas arqueadas y negras pero el cuerpo completamente carente de vello.
Ahora bien, ¿qué mujer está dotada por naturaleza de tal aspecto? los anaqueles estaban repletos de peines y de espejos, de polveras, limas y tijeras para las uñas, de pinzas para depilar pestañas y cejas, de algodón y de plumas para maquillarse los labios, de goma adragante y de azúcar de cebada fundido. Para las pelucas se utilizaban los pelos de los muertos.

Los tratados de medicina explican que el vello es la condensación de los vapores groseros, y que el exceso de humedad femenina que no se vierte naturalmente se transforma en espuma que es preciso eliminar. Se procede a la depilación con ayuda de tiras de tela impregnadas de resina, se destruyen los bulbos pilosos con agujas al rojo, y se emplean también horribles depilatorios.

Con el fin de sensibilizar a los hombres sobre la vanidad de los cosméticos, los predicadores narraban la historia de alguien que, tras haber seguido a una mujer por la calle, atraído por su bella cabellera rubia, la supera para verle el rostro y, sorpresa, ve la cara llena de arrugas de su mujer, consumida por cosméticos urticantes y depilatorios astringentes.
El maquillaje ciertamente era entendido como motivo de pecado.

Roger Bacon, médico del siglo XIII, menciona máscaras para la piel y lociones hechas a partir de raíces de flores.

JOYAS

Aún después de la caída de Roma se siguieron utilizando las formas y las técnicas de la joyería romana. Las tribus bárbaras del este de Europa, hábiles en el trabajo del metal, supieron combinar las tradiciones romanas (como la filigrana en oro y la forma de fíbula) con la tradición bizantina del alveolado, introduciendo sus propias variaciones regionales. Así, por ejemplo, el broche de alfiler pasó a ser circular, como los hallados en Francia y Escandinavia. Los broches circulares (con un alfiler que se sujetaba con el peso de la prenda atravesada) eran de uso común en Irlanda y la Bretaña celta. Los principales motivos celtas eran animales estilizados y complicados arabescos.

Encontramos numerosas joyas que servían para adornar vestidos y capas, considerándose la orfebrería
germánica como una de las más atractivas de la historia. Nos han quedado sortijas, anillos, pendientes, horquillas, broches, placas-hebillas, joyas que exclusivamente podían utilizar las mujeres como se ha podido constatar en los yacimientos arqueológicos. Estas joyas nos dan fe de la existencia de grandes fortunas.

Una técnica importante de la joyería medieval fue la colocación de finas capas de granate en los alvéolos del
metal, al estilo del esmalte alveolado. Ejemplos de este tipo de piezas son las hebillas y broches de la nave funeraria de Sutton Hoo del siglo VII (Museo Británico, Londres) y una corona incrustada con granates y cabujones (Real Armería de Madrid) que perteneció al rey visigodo Recesvinto. La famosa joya Alfred del siglo IX (Museo Ashmolean, Oxford) es una muestra de la técnica del alveolado.

A partir del siglo XI los broches, por lo general circulares, siguieron siendo una de las joyas más utilizadas, como, por ejemplo, el broche del águila del siglo XII (Museo de Maguncia, Alemania). Los anillos y los colgantes engastados o esmaltados (en forma de crucifijo, de cualquier otro motivo religioso o como relicario) eran otras formas típicas de joyería de la época.

En los siglos XIV y XV collares y joyeles (dijes prendidos en redecillas o cosidos a la ropa) se convirtieron en parte integrante del atuendo.

El esmalte pierde la preferencia y se reemplaza por los diamantes, adornos de botones de plata, oro o perlas.
Las hebillas incrustadas de pedrerías alcanzan dimensiones colosales. Hombres y mujeres llevan los dedos cargados de anillos.
La devoción introduce en el atuendo los rosarios, cuyas cuentas son de oro, de hueso, de cuerno, de marfil, de coral, de nácar, de ámbar o de azabache.

Uso de la joyería a través de una descripción idealizada de Carlomagno:
“Se cubría con un sayo azul y siempre ceñía una daga cuya empuñadura y cuya vaina eran de oro o de plata. A veces usaba una espada adornada de piedras preciosas, pero solamente en los días de las grandes fiestas (…) Los días de fiesta se presentaba con un vestido tejido en oro, un calzado adornado con piedras preciosas, una hebilla de oro con la que sujetaba el sayo, una diadema también de oro y luciendo piedras preciosas.” (Vida de Carlomagno, cap. XXIII)

HIGIENE

La mujer de la Edad Media soportó las consecuencias de una época caracterizada por la austeridad, las frecuentes guerras y las grandes epidemias.

El cuidado de la belleza resurge, sin embargo, en los siglos XI al XIII al organizarse en Occidente las Cruzadas para recuperar los llamados “Santos Lugares”, entonces en manos de los musulmanes.
Estas guerras originaron contactos e intercambios con otras culturas y consecuentemente se introdujeron nuevas técnicas sobre afeites y cosmética que suplieron las ya existentes en Europa.

La nobleza, en este período, se recluye en sus castillos. Son los vendedores ambulantes de bálsamos, artículos de tocador y hierbas medicinales, que van de castillo en castillo vendiendo sus productos, quienes conservarán y renovarán los secretos de la cosmética. Estos se guardan en la “muñeca para adornarse”, nombre que se le daba al tocador. El tocador medieval era un hermoso y complicado mueble, lleno de cajones y espejos que, al estar cerrados, daban al tocador la apariencia de un escritorio.

Durante los primeros siglos de la Edad Media los nobles no descuidaban la higiene personal. En las ciudades, los baños públicos eran visitados con frecuencia por éstos, mientras que en los castillos las damas se
bañaban con agua fría perfumada con hierbas aromáticas. Pero en la medida que la Edad Media avanza, estas costumbres se van olvidando. Los perfumes de fuerte olor sustituirán poco a poco a la más mínima higiene corporal.

PERFUMERÍA

Con la caída del Imperio Romano de Occidente, las innumerables guerras internas y las invasiones de los bárbaros, el mundo Occidental entro en una época oscura y de ignorancia y profundamente religiosa, donde los perfumes eran un objeto banal que no tenía cabida en esta sociedad.

Solo hasta fines del siglo XII es cuando comienza a revertirse esta situación, producto de la aparición de las primeras universidades donde se pudo re-estudiar los antiguos sistemas de fabricación y mejorarlos, además de la competencia existente entre alquimistas, el conocimiento de la destilación obtenida de los Árabes y el desarrollo del comercio con Oriente.

El incienso y la mirra siguieron siendo utilizadas para fines religiosos, sin embargo la Nobleza y la incipiente burguesía conocieron las capacidades higiénicas y medicinales de las fragancias. Las damas y cortesanas de aquella época se bañaban en agua de flores y se aceitaban el cuerpo con oleos perfumados, también era costumbre vaporizar los atuendos y habitaciones con aspersorios similares a los que eran utilizados en ceremonias religiosas.

Debe tenerse en cuenta que contrariamente a lo preconcebido en la Edad Media se utilizaron bastante las abluciones y el baño. La pomadera, un nuevo contenedor fue inventado y que era utilizado para colocar el ámbar, el almizcle, esencias aromáticas y las resinas. Este que tenía forma de globo metálico, dejaba salir los aromas a través de unos calados. A estas exhalaciones se le atribuían propiedades terapéuticas contra las epidemias y pestes, también se pensaba que eran un buen medicamento para la digestión, que curaban la impotencia sexual y mantenían los órganos sexuales femeninos.

Con el advenimiento de la burguesía y las flotas mercantes, Venecia se transformo en el centro de la perfumería, en ella se comercializaba la mayoría de las especias traídas desde Oriente, se dice que Marco Polo desde su viaje trajo pimienta, clavo de girasol y nuez moscada. Era igualmente conocido el jengibre, el azafrán, la canela y el cardamomo que fue traído por los mercaderes Árabes desde India y Ceilán, los
mercaderes asiáticos trajeron algunos productos desde China y Malasia y en Europa se cultivaba desde hacía tiempo atrás la albahaca, la salvia, el comino y el anís entre otras.

A fines del siglo XIV fueron conocidos los primeros perfumes con base alcohólica y aceites esenciales, que se conocían como aromas. El primero y mas famoso “El agua de la Reina de Hungría”. Este perfume según cuentan, le fue regalado a la anciana reina Isabel de Hungría por un monje en el año1380. La reina que tenía setenta y dos años, estaba bastante enferma y cuando bebió la decoción (se debe tener presente que las pociones en esa época eran bebidas), se mejoró y rejuveneció tanto que incluso el rey de Polonia de veinticinco años pidió su mano. La formula era una base de romero y mas tarde amortiguada con lavanda; era una mezcla simple de siete u ocho ingredientes.

Durante este siglo, los doctores durante las plagas, visitaban a sus pacientes provistos de una nariz falsa parecida al pico del ave tucán, fabricadas de cuero o papel mache y a las cuales se les impregnaba en
vinagres aromáticos en la punta. Esta practica llevo a que se les conociera como graznadores (quacks en ingles, sinónimo aun utilizado como equivalente a medicucho).

A fines del siglo XV Venecia pierde su monopolio, debido al descubrimiento de América, donde Portugueses y Españoles trajeron nuevas especias desde este nuevo continente (tabaco, canela, cacao, vainilla , etc).

En el siglo XVI los Holandeses también entraron en este negocio, pero a diferencia de los anteriores, ellos cuidaban la producción agrícola en el terreno mismo y llevaron muchas mejoras en la producción agrícola. Es en el siglo XVI cuando aparecen una gran cantidad de nuevos perfumes, eran principalmente de dos tipos; las simples o compuestas. Las primeras eran de una sola base principal (agua de lavanda, agua de rosa,
agua de azahar, etc) y la segunda cuando se mezclaban esencias de especias con flores y una base de almizcle o ámbar. Se los utilizaban con fines farmacéuticos y odorisante del cuerpo, ya que durante el renacimiento a diferencia de la edad Media la gente no tenía costumbre del baño, debido a que se consideraba que el agua era la portadora de las Pestes que azotaban a la población. Los perfumes eran
almacenados en frascos de vidrios o redomas. Se obtienen los frascos de cristal Veneciano, también se encuentran de metal poliforme con metales preciosos y pobres.

EL BAÑO MEDIEVAL

El baño fue durante toda la Edad Media una práctica muy extendida, sobre todo desde la época de las Cruzadas. Se veía en él, sobre todo en el baño caliente, que era el más gustado, tanto un motivo de placer como una práctica sanitaria e higiénica, aunque se tenían en gran estima, en cuanto a su eficacia, los baños medicinales y las aguas curativas.

Es cierto que se habían dejado derrumbarse las grandiosas termas romanas; en las míseras «casa de baños» de la Edad Media casi no se veían más que grandes tinas, en las que se metían juntos, no pocas veces, el hombre y la mujer; la gente jugaba en el baño, comía, bebía y cantaba.

La Edad Media tomó, además, de los eslavos los baños de vapor. A fines de la era medieval creció la
institución del baño y los placeres relacionados hasta que, a consecuencia de la sífilis, que las casas de baño contribuyeron a propagar, y del excesivo consumo de leña que llevaban aparejado, sobrevino un súbito retroceso.

Mucha gente se entregó ahora a los baños de aguas minerales en los manantiales vivos, a los que se atribuían sobre todo virtudes medicinales, aunque se quería seguir encontrando en ellos, muchas veces, los mismos placeres que antes se gozaban en las casas de baños.

Los hombres limitan los cuidados de embellecimiento a las grandes sudadas deportivas, a las abluciones y al masaje que las siguen, al uso del peine y de la navaja para los cabellos y la barba de acuerdo con los cánones de la moda. Y eso es todo lo que soporta la virilidad, si se le añaden algunas lociones.

La piel limpia, lisa, brillante, y todo el cuerpo en proporción, es el resultado de repetidos baños y de un prolongado esfuerzo, que los ungüentos se ocupan de perfeccionar.

La gente suele bañarse de dos maneras: en el agua del baño o en el vapor de la estufa, sola o por grupos. Cuando uno se baña a domicilio, el baño se prepara en la alcoba, cerca del fuego que sirve para calentar el agua. La pieza fundamental para el baño era la duerna o tina de madera, la cual se cobijaba bajo cortinillas y, a veces, se forraba en su interior con lienzos, para que su textura resultase más suave, uniforme y grata al tacto. En el agua se echan plantas olorosas, según una receta de Galeno, y se rocía al bañista con pétalos de rosa.

En el campo, la práctica del baño no se halla menos extendida que en la ciudad. Dentro de casa o fuera de ella, uno se encoge en un balde de agua caliente, bajo una sábana extendida que conserva el calor y convierte el baño en baño de vapor. También pueden bañarse a la vez dos personas, o varias: la hospitalidad y la sociabilidad favorecen los rituales, por ejemplo el baño de los vendimiadores o el que toman juntos, la víspera de la boda, el novio con sus compañeros de juventud, y la novia con sus amigas.

Fuera de casa se acudía con frecuencia a los establecimientos, a veces administrados por la comunidad. Entre ellos los había que añadían a las abluciones la cura termal.

Al norte de los Alpes, la práctica de la estufa es muy antigua y está muy difundida. La sauna es una costumbre muy divulgada en el mundo eslavo y germánico; en la mayor parte de las aldeas, la estufa, señala por la muestra de haz de ramas frondosas, funcionaba algunos días de la semana.

Un poema épico austriaco de finales del siglo XIII, describe con gran lujo de detalles todas las fases del baño de vapor que toman juntos un caballero y su criado, entre otros. En cuanto el encargado del baño hace sonar la trompa, la gente afluye, descalza y desceñida, con la camisa de baño o la bata al brazo; se acuesta sobre los bancos de madera, en la penumbra del vapor, alrededor de las piedras calientes que se rocían con agua cada cierto tiempo, a la vez que las masajistas, con ungüentos perfumados, llevan a cabo su labor sobre la espalda, los brazos y las piernas, y cada uno se frota el cuerpo con cenizas y jabón o activa la sudación a fuerza de ramalazos. Luego viene el peluquero, que arregla la barba y el pelo; y finalmente se pone todo el mundo su bata para tenderse en un lecho en una pieza vecina con sábanas perfumadas.