Por: Jaume Montull Rué
Con la llegada del mes de agosto llegó también una nueva edición del prestigioso evento medieval en el castillo de Peracense. En esta edición los días 5, 6, 7 y 8 fueron los elegidos para el evento, por lo que los miembros de ARCOFLIS, fieles a nuestra cita con el “castillo rojo”, denominación que recibe por sus piedras rojizas, nos embarcamos en una nueva aventura.
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El origen de este castillo no está nada claro. Según parece, por los restos arqueológicos hallados en sus proximidades, debió de ser la defensa de un pequeño poblado medieval, conocido por los lugareños como la Villeta, lugar del que procedería la imagen medieval de la Virgen con el Niño que se conserva en la iglesia parroquial de la localidad. Según información manejada por Cristóbal Guitart ya existía en 1284, pues fue utilizado por las tropas reales como punto de partida para la conquista de Albarracín. No obstante, también se han encontrado restos celtíberos y romanos, lo que da idea de lo ancestral de su origen. La fortaleza propiamente dicha, y que podemos ver hoy día, fue edificada hacia la primera mitad del siglo XIV para uso estrictamente militar.
A pesar de su situación, ya que se encuentra mucho más próximo a Teruel que a Daroca, y justo en el límite que durante la Edad Media separaba los territorios de ambas comunidades, el castillo de Peracense estaba administrado por alcaides nombrados por la comunidad darocense. El castillo se encuentra ubicado junto al monte o peña de San Ginés, todo un hito geográfico ya señalado al citar los límites espaciales de Teruel, comunidad que se forma con parte del territorio ya conquistado a los musulmanes por las tropas de Daroca, para que quede claro hasta dónde se extienden una y otra.
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Como ya se ha dicho, no existen citas importantes que atestigüen asedios de este castillo por parte de tropas enemigas durante la Edad Media. Hay que esperar a los episodios bélicos de la primera guerra carlista para documentar de nuevo su utilización parcial.
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La fortaleza es de planta curadrada irregular, ocupa unos 4.000 metros cuadrados, se divide en tres recintos concéntricos y está situada sobre una escarpada peña, siendo inexpugnable por varios de sus flancos. El recinto interior es la plaza de armas, de unos 60 x 40 metros, y en ella se puede observar una especie de nichos que debieron ser utilizados para almacenar víveres y para que los guerreros se resguardasen del frío.
Sus laderas norte y este son inexpugnables, y en el sur y oeste se levantó una muralla en forma de ángulo recto de unos 3 metros de espesor, reforzada por tres torreones rectangulares.
La entrada al castillo es un estrecho portillo al borde del precipicio. Hay saeteras y subsisten bastantes almenas. Sólo queda la pared frontal de lo que fue la Torre del Homenaje.
Después de cuatro largas horas de viaje divisamos al fin a lo alto del castillo de Peracense el estandarte blanquiazul de la casa de Urrea que por ser Don Rui Ximénez tenente del castillo ondeaba altanera en una de las torres más altas. Creo que fuimos de los primeros en llegar esa mañana de entre los grupos invitados ya que los organizadores ya pernoctaron en el castillo un día antes para ir preparando un poco el evento. Tras los saludos de costumbre y un breve refrigerio llegaba la parte dura, el traslado y montaje del campamento.
Y he aquí que después de la comida y estando solos se nos ocurrió una pequeña venganza sobre el señor de Urrea quien semanas antes aprovechando nuestra estancia en Pardines, lejos de internet, se atrevió a tomar posesión en nombre de su casa de nuestro querido foro en la red. Pues bien que se la dimos, tan feliz y contento que estaba él de ver su estandarte gobernando el castillo desde lo alto que decidimos cambiarlo por un simple trapo color naranja de igual tamaño y que ondeaba también a las mil maravillas para posterior satisfacción de Ximén Cornel, su más acérrimo enemigo, por la similitud de los colores de su blasón.
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De lo acontecido ese jueves poco más a destacar, seguían llegando compañeros de recreación y se seguía montando el campamento, cena, charla, risas, lo normal entre buena gente.
En otra de las estancias se habilitaron una capilla destinada a la oración. Para lo cual vistieron las paredes de ricas telas, cortinas y demás, colocando como imagen central la de una virgen tallada al más puro estilo de la época. Ahí es donde el cronista mayor de Fidelis, el benedictino Enrique de Çaragoça, dos frailes turolenses y el hospitalario de La Orden del Acero Negro se encontraron como en casa.
A esto que se acercaron guiados por Don Artal de Alagon las cámaras y reporteras de Aragón Abierto para hacernos pequeñas entrevistas y filmar un poco de lo que íbamos haciendo para su reportaje.
Comimos excelentemente, pasamos la tarde de igual manera con labores, turnos de guardia, etc. y cuando empezaba a caer la noche se presentó a las puertas del castillo Ximén Cornel con su gente.
Pero recordemos este personaje de Ximén Cornel y de Don Ruy Ximénez de Urrea de eventos anteriores en el mismo Preacense o dónde les dejamos no hace mucho en tierras catalanas de Pardines.
Bien, resulta que Don Ximén Cornel era el tenente del castillo de Peracense que fue reemplazado en el cargo Don Ruy Ximénez de Urrea. Como es lógico Urrea y Cornel tuvieron sus más y sus menos abandonando este último el castillo de muy mala gana bajo la promesa de volver algún día a reclamar lo que considera enteramente suyo.
Uno de los últimos episodios de estos dos nobles se vivió en las tierras de Pardines no hace mucho dónde el de Urrea sufrió una emboscada cuando estaba acampado con sus tropas por parte de Ximén Cornel que casi le cuesta la vida (Ver una entrada anterior de nombre “Pardines 2010”). Una vez recuperado de la agresión sufrida y ya en el castillo de Peracense retomamos la historia ya que la guardia acaba de informar a Don Rui Ximénez que Ximén Cornel está a las puertas del castillo y pide ser recibido.
La cena fue igual de buena que todo lo que probamos en estos días y más sabrosa aún si después del postre te deleitan de nuevo con una nueva actuación de ese par de diablillos que ya atienden por el nombre de “Les Morenitos”, de los que ya hemos hablado otras veces, que hicieron las delicias de todos. Para esta ocasión, en su peculiar show, se metieron de nuevo con los arqueros y con el pobre de Cornel ya habituado a dicho espectáculo. Pero no sufráis, todo llegará, ya les correremos un día de estos a flechazos.
Era una situación extraña, si seguía la lucha y se iban matando de igual manera cabía la posibilidad de quedarse sin tropas ambos contendientes, por lo que decidieron en una de las pausas decidir la victoria por medio de paladines. El vencedor se quedaría el castillo. Por la parte atacante peleaba Galceran, el alférez de la casa de Ximén Cornel, por contra defendía a su amo, Blasco Garcés, sargento de armas de la casa de Urrea.
Y una vez acabada la batalla pasamos la noche, cenamos otra vez todos juntos, comentando las incidencias de la misma, que si esto, que si lo otro, que para aquí, que para allá, hasta que cansados, nos retiramos a nuestros aposentos para descansar esperando la llegada de un nuevo día.
Y llego el domingo, última jornada del evento. Queda aún saber el desenlace sobre los contendientes por el castillo de Peracense. Resulta que vuelven a entrevistarse los dos pretendientes, muy caballerosos como tales y apelando a ese mismo derecho, Don Ruy Ximénez de Urrea pide un Juicio de Dios, o sea un enfrentamiento directo con Ximén Cornel.
Pero dejemos que sea el propio Enrique de Çaragoça, más versado en leyes, que haga el siguiente relato con sus propias palabras…
A las damas e caballeros presentes en la fortaleza de Peracense.
Habiéndose dado el caso de emplazamiento a duelo judicial del emplazado don Ximén Cornel por el tenente deste castillo don Ruy Ximénez de Urrea por la posesión del mismo, et recogiéndose jurisprudencia de dicto duelo en el Fuero otorgado por S.M. don Alfonso el Segundo de Aragón a la villa de Teruel en el anno de 1176, en su folio LIII, capítulo CCXI sobre el duelo judicial de los deudores emplazados, sea concedido tal emplazamiento et sea desarrollado el duelo del modo siguiente:
- Primero, que hallándose demandante e emplazado presentes en el campo, e habiéndose llegado a acuerdo entre ellos, non sea necesaria la búsqueda de adalides que los representen, siendo los dos ricoshombres suprascriptos, don Ruy Ximénez de Urrea et don Ximén Cornel, quienes tomen las armas et luchen por su razón en sus propias personas.
- Segundo, que bajo pena de muerte ose ninguno de los parciales de ambas casas ayudar a sus respectivos señores en la lucha, ni procurando la victoria de su señor ni facilitando la derrota del adversario.
- Tercero, que la lucha sea desarrollada con las armas de caballero, esto es, a espada e escudo.
- Cuarto, que un juez imparcial vele por el desarrollo del juicio e non permita trampa ni añagaza por parte de ninguno de los contendientes en el desarrollo del mismo.
- Quinto, que un escribano o secretario tome nota del desarrollo del juicio e dé fe del resultado del mismo, siendo llevado el escrito ante Su Majestad por darle su beneplácito.
- Sexto, que el resultado del duelo judicial, sea cual fuere, sea tenido por juicio e voluntad del Altísimo por todas las partes implicadas en él, aceptándolo sin derecho a réplica.
Establecidas las condiciones e aceptadas por las partes implicadas, de, pues, comienzo el duelo cuando ambos contendientes estén convenientemente preparados para el mismo.
E assí fecho, combaten ambos caballeros en la segunda liza del castillo por la posesión del mismo. Don Ximén Cornel lleva la iniciativa en la lucha, pero a la postre es el señor de Urrea quien se hace con el triunfo desarmando a su adversario e faziéndole hincar la rodilla en el suelo...
Pero como hemos dicho antes era el último día del evento, solo nos quedaba recoger todo el material, comer y la acostumbrada reunión de grupos que se suele hacer al finalizar el evento para ver en que se puede mejorar. Pero, como decía Jack el Destripador unos siglos después, vayamos por partes.
El desmontaje fue duro y largo. El cansancio acumulado en los días anteriores y el hecho de que casi al tiempo desmontaba todo el campamento no lo hacían más fácil. Otra vez teníamos que superar las mismas distancias, subidas y escalones de la ida.
La gran anécdota de la edición del año anterior fue la intensa lluvia que cayó el sábado y el domingo que hizo imposible cualquier acto en esos días afectando sobre todo a la batalla del sábado. Todas las tiendas y pabellones se mojaron de lo lindo acabando algunas de ellas literalmente por los suelos por efecto del agua. A muchos compañeros se les mojo todo lo que llevaban, otros tuvimos más suerte y pudimos salvar bastante de lo que llevábamos. El castillo se había transformado en un rio en su interior que arrasaba cualquier tienda o pabellón que se ponía a su alcance. El desmontaje tuvo que ser rápido llevándonos a casa mucho material afectado por el agua y hubo sus pequeñas inundaciones en los pueblos cercanos.
Por ello en esta edición teníamos siempre la mirada puesta en el cielo. Los tres primeros días no había ni nubes y el sol calentaba lo suyo, pero el domingo antes de comer cambio el panorama y unos negros nubarrones empezaron a tomar el castillo. Pintaba otra vez a aguacero.
Una vez acabada la reunión degustamos nuestra última comida en el castillo antes de acabar de cargar nuestros trastos y regresar a nuestras casas.
Decir que este año en Peracense se ha batido el record de tiendas y pabellones medievales en un evento medieval con un total de 37 habitáculos. Enhorabuena Fidelis Regi !!!
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