Pensado para el combate cuerpo a cuerpo, su diseño se asemeja al de un martillo, y, al igual que éste, consiste en una cabeza maciza de metal y un mango. Este último puede tener distintas longitudes, variando entre la de una alabarda y la de una maza. Es un arma que tuvo su auge en la Edad Media; se utilizaba para destruir las armaduras de los oponentes. La estrategia más común era llevar a varios soldados armados con maza o martillo y detrás de ellos infantería normal.
También se puede encontrar en algunas fuentes como "lucerna". Tratados sobre su manejo: Flos duellatorum de Fiore dei Liberi.
Ya en siglos posteriores, en la época medieval, las defensas, sobre todo de arneses de placas, volvieron a popularizar armas contundentes muy especializadas como los martillos de guerra y otras subcategorías como el Pico de Cuervo por el poder de penetración que tenían al enfrentarse a armaduras completas de placas.
Por ello estas armas solo perduraron mientras perduró la "Armadura Blanca" o arnés de placas metálicas pero no eran buenas.
Su longitud media oscilaba entre los 50 y 90 cm, por lo que su uso se basaba en estar bien armado (armadura) o bien de disponer de movilidad (a caballo). La imagen de armas empleadas de esta guisa que no fueran sables o lanzas ha creado mucha discusión en cuanto a la efectividad de estas armas, ya que parece que estas se quedaban encajadas con facilidad al penetrar las corazas, pero con textos históricos en mano, estas armas, que servían tanto para derribar como para asestar un golpe cuasi definitivo, era muchas veces el arma principal, no la secundaria. Por ello el "problema" de desencajar picos y martillos de corazas no pareció ser una razón para su uso o su desuso, y fueron populares entre los caballeros bien armados del medievo y posterior.
